lunes, 13 de noviembre de 2017

Juan Gil, hijo predilecto de Rasines

Un donativo importante ha sido recibido con gran satisfacción en este pueblo, la noticia de haber sido remitidas 10.000 pesetas destinadas a la construcción del camino vecinal de Cerro a Helguera por el hijo de este pueblo don Juan Gil, opulento hombre de negocios residente actualmente en Monclova (Méjico). En la foto la romería de los Santos Mártires de Rasines, la imagen está tomada dentro de la plaza de toros, en ella se distingue al menos a tres fotógrafos de los que llamaban "del minuto", oficio del que luego hablaremos.

No es este el primer rasgo de generosidad de este buen "indiano" que tanto cariño demuestra a su pueblo natal, pues anteriormente ha hecho ya varios desembolsos para reformar la iglesia, socorrer a vecinos pobres, etc. También en Monclova, y según referencias de la prensa de dicha ciudad mejicana, es muy conocido dicho señor por los frecuentes rasgos de esplendidez que ha tenido en favor de establecimientos benéficos de dicha población.


La Procesión. Las fotos son de la revista "La Montaña", año 1924; el artículo es del año 1930.

Este Ayuntamiento interpretando el sentir unánime de este pueblo, ha acordado nombrarle hijo predilecto de Rasines, distinción muy merecida pues hombres como éste son los que hacen faltan para el progreso de los pueblos.


Y ahora,  sobre los fotógrafos del minuto, por el blog "El Viejo Chirigotero".

"Nunca sabremos el misterio con que
estos fotógrafos trabajaban, era un cajón con un
Trípode y un trapo negro para proteger la cámara,
el fotógrafo trajinando en el interior misteriosamente,
sin que nadie supiera que es lo que hacían la realidad
nunca supimos lo que tenían dentro , hoy sabemos
que lo que tenían era el Laboratorio completo, y
preparaba en el interior el papel fotográfico ( marca
minuto ), por eso lo del fotógrafo al minuto y otro
dicen que es por lo ligero, el fotógrafo te decía mira
aquí a veces se te quedaba los pies dormido y
entonces el fotógrafo disparaba el obturador de lente
apretando una perilla de goma, o destapando el
objetivo. Quiero recordar que entonces en el trípode
llevaba un cubo con agua, el negativo así obtenido se
exponía a otra lente, se fotografiaba tantas veces
como copias hiciera falta, y tras el proceso de
revelado-las manos otra vez trajinando con el trapo
negro protector- se sacaban las fotos y se metían unos
minutos en un cubito con agua para aclararlas del
hiposulfito.

Vista panorámica de la pradera donde se celebró la romería de los Santos Mártires. 1924.






Las fotos se secaban rápidamente al sol o
con ayuda de un paño y al cliente se le entregaban
todavía húmedas. Algunos en plan de guasa y más en
los estudios que tenían que se tardaban más le decían
mira aquí que va a salir el pajarito, y para que
estuviera derecho tenían un tubo con una especie de
U- que se lo ponía detrás, algunos fotógrafos
disponían de un caballito de madera para retratar a
los niños montados en él".

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