miércoles, 8 de febrero de 2017

María del Carmen Lavín García, una ampuerense en Cuba


“Yo nací el 12 de junio de 1936, en Ampuero, un pueblo montañés perteneciente a la Comunidad de Cantabria, donde me bautizaron el 24 de ese propio mes y año. En verdad, ahora no recuerdo a qué se dedicaban mis padres allá, pero desde muy niña ellos me contaban que vivían en una casa construida por mi abuelo en aquel pueblo… hasta que estalló la Guerra Civil en España”.
 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
De este modo comienza el capítulo dedicado a María del Carmen Lavín García, integrado en el libro “Los Ecos de la Memoria- Cántabros en Cuba”, de Aurelio Francos Lauredo y editado por la Universidad de Cantabria en 2014.
Los padres de María eran Manuel Lavín Allende y Ramona García Lavín y vivían en una casa que aún se mantiene en pie situada en la Calle Abajo, junto a la rotonda.
La última persona vinculada con su familia que vivió en ella fue Tomás Bergado Lavín hasta su fallecimiento hace unos tres años.
Los padres de María del Carmen habían emigrado a Cuba y allí tuvieron cinco hijos pero retornaron a España y en Ampuero nacieron otros tres. Pero cuando estalló la guerra… “deciden volver de nuevo a la Isla, saliendo por Francia toda la familia exiliada en un vapor francés del mismo nombre que nuestro destino: Cuba. Desde que llegamos aquí, donde cumplí mi primer año de edad, toda la familia hemos estado muy vinculados a la colonia española, comenzando por mi padre, el primero de nosotros en asociarse al Centro Montañés de la Habana, cuando a las mujeres no se les permitía pertenecer a la mayoría de las sociedades de emigrantes”.

En estas fotografías aparece María de bebé con sus hermanos, las fotos se tomaron en Ampuero en el estudio de Leoncio Marugán en 1936.

En Cuba se casó en el año 1962 creando una familia muy apegada a las raíces españolas, a la vez que respetando mucho todo lo cubano.
Sus padres llegaron a tener buena posición trabajando en la fabricación de sombreros. “En casa teníamos cocinera y otras comodidades que hicieron que a mí no me guste cocinar, al igual que tampoco a mi madre – ninguna de las dos hemos sido arroceras-, pero si preferimos la comida española, sobre todo los potajes y cocidos del norte”.
María considera la Casa de Cantabria como su segunda casa, sobre todo desde que enviudó y sus hijos emigraron a Estados Unidos.

“Ahora estoy preparando mi próximo viaje a Miami para pasarme tres meses con mis hijos y nietos, como cada año… Ellos han trabajado mucho para poder avanzar y llevar sus familias adelante, siendo ya todos mis nietos universitarios, por lo que más de una vez mi hija me ha confesado que de no haberlos educado así, a estudiar y trabajar duro en la vida, no tuvieran los frutos que han cosechado”.

 María forma parte activa de todas las actividades que se realizan, cumpliendo la función de reportera con su cámara de fotos, desde las Juntas Generales, a la celebración de la Virgen Bien Aparecida o la fiesta del aniversario fundacional del que fuera antes el Centro Montañés, ocurrida el 20 de noviembre de 1910.

 “Por ejemplo, este año 2013 tendremos un almuerzo de confraternidad en el restaurante de la sociedad todos los naturales cántabros con un acompañante. Eso sin contar la noticia de que este propio año la Casa Cantabria de la Habana me ha propuesto como candidata al reconocimiento de Emigrante Distinguida que en esa fecha otorga dicho órgano de representación de la emigración hispana”.
“Parece que este es mi año, quizás, pues a inicios de noviembre acaban de entregarme el Diploma de Socia de Honor de la Casa de Cantabria, imagínese usted como me siento”.
María viajó gracias al IMSERSO, en el año 2010, a Barcelona. “Entonces no fui a Cantabria porque no me queda ningún familiar allá, donde tenemos a una prima, hija de un hermano de nuestro padre, es en Madrid”.

 “Así es la vida, entre alegrías y penas, pero lo importante es saber que en esta sociedad de españoles y cubanos cuento con un respaldo, un lugar donde poder decir algo muy importante cuando uno se acerca a los ochenta: aquí estoy”. Centro Habana, diciembre de 2013.

 

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