EL RINCÓN DE GARPER
LA ENTRAÑABLE ROMERÍA DE SAN
MATEO Y LA TRADICIONAL VERBENA DE LA ROSA
Somahoz se llama la eminencia que sobre Marrón y a la vista de Ampuero sostiene el santuario de la Patrona de la Montaña, Nuestra Señora Bien Aparecida. Hubo en aquel lugar una ermita, ya en los principios del siglo XVII, ruinosa y a punto de abandono dedicada al santo Evangelista San Mateo.”
Ya tenemos la raíz profunda del origen de la
festividad de San Mateo que los ampuerenses celebran en estas alturas. Y lo
hacen en el Santuario donde la Patrona de la región tiene su trono. Ampuero, en
el siglo XX tuvo un floreciente comercio y, como los comerciantes del ramo de
hostelería especialmente, no podían subir el 15 de septiembre a honrar a la
Bien Aparecida, decidieron cerrar todo el comercio para poder celebrar el 21 de
septiembre lo que no habían podido hacer seis días antes. Por ese motivo se
potenció esta festividad local convirtiéndose en una entrañable y típica
romería.
Muy de mañana suben los romeros para
preparar las mesas esparcidas bajo el robledal centenario. Poco a poco se va
congregando el gentío. Suenan bombas y cohetes. Hay alegría en el ambiente con
tipismo montañés. Llega la misa en honor a San Mateo oficiada, como ya es
tradición, por el párroco de Ampuero. A continuación la solemne procesión.
Luego llega el bullicio, las canciones y las jotas montañesas. Se alterna, se
empina la bota y, qué costumbre más entrañable: Los encuentros y las tertulias
de los amigos de infancia, ya que muchos se ven de año en año…
La mesa esta puesta, sobre al mantel se
encuentran las viandas. No falta el filete empanado, la tortilla, el bacalao
rebozado, los ricos pimientos de Ampuero…y la bota de vino que salta de alegría
de mano en mano. Huele a café bajo el robledal. Todo el pueblo, como en
Fuenteovejuna todos a una, vibra de alegría y unión. Luego, siguiendo con rigor
lo de “y después de llenar la panza viene la danza”, como diría Sancho Panza,
viene el baile hasta que el sol se oculta y la muchedumbre baja hacia Ampuero.
Antiguamente se hacía la tradicional Verbena
de la rosa, pero desde los años ochenta la verbena se suele hacer el sábado más
próximo a San Mateo. El origen puede arrancar del año 1935 cuando el día de la
festividad de La Bien Aparecida se celebró la fiesta de la flor. Un grupo de
bellas señoritas asaltaban a los mozos ofreciendo una sonrisa y una flor a
cambio de un donativo que la comisión de fiestas lo empleaba para celebrar la
fiesta del Día del Niño.
Para hacernos una idea, podemos considerar
la verbena de la rosa con una edad próxima a los 80 años. Los chicos compran
una rosa roja y las chicas la reciben de forma gratuita de color blanco. Las
flores van numeradas y tienen que encontrarse coincidiendo el mismo número. Era
costumbre, llegado el momento final, que los que encontrasen pareja bailasen
tres bailes en el centro de la plaza acordonada. Luego, durante varios años se
culminaba con el baile de la patata que consistía bailar con las manos atrás y
una patata que había que sostener entre la frente del chico y la chica. Se
hacía un sorteo con varios premios donados por el comercio. En los tiempos gloriosos de la S. D. Peña
Revilla, organizadora del evento tocaron afamadas orquestas como la Siboney de
Trubia, con el cantante Jandro y la Cubanacán con su inolvidable toque del
silencio en una esquina, con el que el trompetista nos deleitaba en la noche de
la verbena que tanto gusta a los ampuerenses y foráneos…
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