viernes, 1 de abril de 2016

"El Chupinazo" ampuerense


Pequeña reseña sobre el origen de “el chupinazo”
El lanzamiento de “el chupinazo” desde el balcón del ayuntamiento, que anuncia los comienzos de las fiestas,  es el instante en el que se descorcha la alegría, el inicio del ruido, el baile, los tragos a los botellones; la legitimación de colocarse el pañuelo al cuello ya bendecido un año más por las autoridades y el protocolo parrandero.
Cartel de Jan Martz
Hoy en día sin este festejo preliminar muchos no entenderían las fiestas, porque lo consideran un acto intrínseco a ellas, necesario y ligado a la tradición, pero realmente no ha sido siempre así pues se trata de una costumbre  importada, lógicamente de Pamplona, y más bien “moderna”.

El primer lanzamiento del chupinazo tuvo lugar el año 1978 a requerimiento de los miembros de una peña que se terminaba de crear cuyo nombre precisamente era “El Chupinazo”. El entonces alcalde Francisco Céspedes no era muy proclive a celebrar este acto, pero por la insistencia de los miembros de la nueva peña y la intervención de Suca Viota finalmente el alcalde aceptó, nos cuenta Emilio, uno de los testigos del acontecimiento.
“¡Anda, tírales de una vez el cohete a estos chavales!”- ordenó Céspedes a Daniel Freire, en el balcón de la casona. “Y debajo  solamente estábamos reunidos los aproximadamente veinte integrantes de “El Chupinazo” con un bombo y unos platillos. ¡Ah, y también estaban Pedro Deza y Zapa!”.

Fue por lo tanto un acto festivo improvisado que no figuraba en el programa de festejos. Aquel año 1978 para el día 7 se anunciaba en el Alerta: “A las 8 de la noche, en la iglesia parroquial, misa dialogada con sermón. A continuación, por las calles de la villa, procesión de las antorchas. A las 10 verbena  popular”.
En aquellos años lo que solía celebrarse como inicio de fiestas era un desfile de peñas y asociaciones deportivas que partía de las escuelas y terminaba en la plaza. Y mucho antes recuerdan los mayores que cuando la víspera de fiestas llegaba en el tren de Bilbao a la estación de Marrón, Baldomero Pacheco con los chistularis, se generaba un ambiente y una animación que podría decirse hoy que semejaba al lanzamiento de “el chupinazo”.
Al año siguiente, es decir en 1979, sí que ya el chupinazo estaba organizado. Pablo Morillas escribió en el Alerta: “El alcalde de Ampuero, don Francisco Céspedes, lanzó al aire, desde el balcón del Ayuntamiento, el sonoro y alegre “chupinazo” que puso en marcha, diríamos que oficialmente, el apretado y variopinto calendario de acontecimientos taurinos con que la villa va a cumplir puntualmente su nueva cita con la tradición. El “chupinazo” y el posterior “riego” de una botella de “champán” sobre las cabezas del abundante público, vino a decir que, de momento y por unos días, quietos los problemas y fuera las penas, que de ellos y ellas saben mucho- por recientes- los ampuerenses y en arreglarlos y mitigarlos están volcados todos...” (Probablemente el periodista y crítico taurino se estaba refiriendo a los daños causados por la gran riada del 7 de junio de 1978).

Y así comenzó todo y ya se han tirado desde entonces “a esos chavales”, 39 cohetes-bomba. ¡Cómo pasan los años! Las tradiciones surgen de pequeños actos que a veces se improvisan y si caen en gracia se mantienen, si pierden el respaldo del público desaparecen.
Ocurrió así un 14 de septiembre de 1941 con la encerrona, se conmemorará este año su 75 aniversario. Aquella primera carrera de novillos bravos mezclados con vacas monchinas se celebró en plan de guasa, contando con poco apoyo de la alcaldía, nadie imaginó que  en apenas tres o cuatro años calara tan hondo en el sentimiento de los ampuerenses y de los forasteros.

Y otra curiosidad que me menciona Emilio: “Ahora para iniciar las fiestas de muchos pueblos de Cantabria, incluida Santander, lanzan un chupinazo desde el balcón del ayuntamiento correspondiente, antes eso sólo sucedía en Ampuero”.

 

 

 

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