Al montar una piedra la carreta en que bajaba del monte la
vecina Laureana Sierra, fue despedida violentamente, fracturándose en la caída
el omoplato, siendo asistida por nuestro doctor, a cuya casa se ha trasladado
para este objeto.
Cuando el afamado pescador de salmones don Elías Setién
probaba de engañar con el cebo artificial a algunos de estos veloces y
majestuosos peces, le falló el cálculo al lanzar la cucharilla, enganchándose
en un arbusto, teniendo la desgracia, cuando se desprendió al tirar, que
retrocediera a él, que no pudo evitar se le trabaran dos de los tres anzuelos
de que se compone: uno en una ceja y otro en el pómulo, por lo que tuvo que
intervenir el médico para desprenderlos, aunque, por suerte no hicieron
lesiones de importancia.
Repuesta del golpe que al caer de la caballería que
cabalgaba y que, afortunadamente, no tuvo otra consecuencia que la de guardar
unos días cama, vuelve doña Adela Madrazo a su piadosa peregrinación diaria.
Llegó de Santander doña Florentina Diego, que acompañará
unos días a su hermana doña Mariana, viuda de Cano, y demás familiares.
De Bilbao, y en disfrute de unas cortas vacaciones, la
graciosa señorita Aurora Vega.
Nuestro pujante equipo de fútbol Rompecachas reta al
Delirium Tremens, de Ampuero, a jugar un partido amistoso en estos campos de
sport. Para ultimar detalles, al presidente, Antonio Parranda.
Se celebró la romería de San Bernabé, en el vecino barrio de
La Alcomba, desplazándose desde esta, monte arriba, por la mañana, los romeros,
a pesar del día inseguro que amaneció. Por la tarde se descolgó, por fin, el “chirimiri”,
que en aquella alturas parecía alcanzarse con las manos, restando concurrencia
a la fiesta, que se vio así y todo muy concurrida, no cesando la gente joven de
bailar durante toda la tarde, a pesar de la lluvia incesante, en los
alrededores de la ermita, y por la noche, en un espléndido salón, cedido por
Manuel Trueba, continuó la fiesta hasta altas horas de la madrugada.
Los sencillos y laboriosos vecinos de aquellas alturas se
complacieron en obsequiar opíparamente en sus casas a los numerosos invitados
amigos.
El borrón de la fiesta fue el acto de barbarie de unos
desconocidos ignorantes, que rompiendo, por la noche, la puerta del modesto
oratorio, irreverentemente lanzaron la imagen del Santo al suelo, rompiéndola. Sin
comentario.
El Cantábrico, junio y julio, de 1933.
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