lunes, 29 de julio de 2013

El pequeño comercio

                                                                        "EL VALOR DEL PEQUEÑO COMERCIO"


Probablemente este escrito, basado en un artículo de opinión publicado  el 21 de julio en "El Diario Montañés" por Juan Carlos Zubieta, no sea compartido por algunos ciudadanos. 
Una de las finalidades de este blog es la defensa del pequeño comercio, por lo tanto me hago eco de su contenido.
Elogiaba Juan Carlos Zubieta en un taller de sociología, de la Universidad de Cantabria, el valor del pequeño comercio y argumentaba  como cuando estos locales desaparecen los centros urbanos se hacen más monótonos, más grises, más impersonales, más tristes… y se van muriendo.
La falta de poder adquisitivo de un sector importante de la población repercute en la disminución del consumo y, en consecuencia, se refleja en el comercio, en los restaurantes, en los bares, en el sector del taxi, etc.

El pequeño comercio debe enfrentarse al grande, y la lucha es desigual: es difícil que la tienda de la esquina subsista ante el poder de la gran superficie, del centro comercial ubicado en las afueras.
El comercio tradicional colabora con las fiestas, con la celebración de pruebas deportivas, con la subvención de equipos infantiles, con los festejos de los barrios, con la publicación de revistas. Gracias a las tiendas y a los autónomos los ayuntamientos obtienen una parte de los ingresos para financiarse.

ASOCAM (Asociación de Comerciantes y Autónomos de Ampuero) cuenta ya con 49 socios, en su breve pero fructífera andadura, ha organizado diversas rifas y dos mercados con “Fiesta Montañesa” incluida.  Este verano ha colaborado y tiene previsto hacerlo con el Descenso de Piraguas, con la Bola de Oro, con el Equipo de Fútbol o con la Elección de la Maja.
Lolina Martínez, su presidenta, opina que es conveniente colaborar con el resto de las asociaciones  en lo que se pueda y para mejorar las cosas conviene estar unidos y tratar entre todos de apoyar al ayuntamiento, esté el partido que esté.

La globalización presenta su peor cara, escribía Zubieta, la destrucción de la singularidad, de la tradición, de la memoria colectiva. Su alternativa es la homogeneización, en todos los lugares las mismas tiendas, las mismas marcas, la misma decoración, los mismos escaparates.

El pequeño comercio y los pequeños bares son mucho más que un negocio. Dan empleo y prestan un servicio a la población, pero aportan otros valores fundamentales: significan actividad, transmiten energía, iluminan las calles, dinamizan a la población, dan vida…
Zubieta recoge también algunas ideas de otras campañas de apoyo a las tiendas tradicionales: “Están regentadas por los propios vecinos, gente a la que le importa el lugar donde vive, que conoce a sus clientes, que se preocupan por lo que sucede a su alrededor…
Las armas de estos gigantes son muy poderosas: agresivas políticas de precios, fabulosas campañas de publicidad, economías de escala, presión política. ¿Cuándo descansa el empleado del pequeño comercio si se produce una liberalización de horarios? ¿Se apuesta por el modelo chino?

Si no fuera por la existencia de los locales comerciales las calles se verían desiertas y sin luz. Sin la existencia de los comercios  el paro se incrementaría hasta cuotas insostenibles.
 
 
Las grandes superficies, que gastan mucho dinero en publicidad, presionan política y económicamente a los gobernantes para que se les permita en algunas ocasiones construir los centros en lugares inadecuados, provocando luego continuas incidencias. Rotondas y cruces que se convierten en verdaderos cuellos de botella y consiguientes atascos kilométricos, que no sufren únicamente los usuarios de esos macro comercios sino el resto de los conductores. Podría ironizarse que algunos se gastan más en gasolina que lo que ahorran al llenar el carrito.





 

 

 

 

 

 

  

 

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