viernes, 12 de octubre de 2012

Las Fuentes de las Ranas


Las Fuentes de las Ranas

 

      Vamos a tratar de responder a nuestro amigo Fernando Haro sobre el origen de la Fuente de la Rana. Poco sabemos pero al exponer algunas cuestiones relacionadas con ello puede darse  algo de luz al respecto.

 

     Consta en el libro “Ampuero: Una Aproximación a su Archivo Municipal” una referencia a las fuentes de la localidad.

 

     A un tal Leoncio Solana encargaban en 1888 la vigilancia de las fuentes de esta Villa con la cantidad de 148 pesetas. Se comprometía a inspeccionar las mismas y limpiar sus depósitos, pintar una vez al año de pintura verde las ranas y pilastra del centro de la fuente de la Plaza y los pilares de las otras dos fuentes restantes…

 

      Es decir que en 1888 no existía una única Fuente de la Rana sino al menos dos, quién sabe si tres. Hoy la que conocemos está situada junto a la entrada del Puente Pequeño.

 

     En el libro “Ampuero: Raíces Festivas” se recoge una fotografía de enorme interés obtenida gracias a Pepe Ángel Martínez. En ella se ve otra Fuente de la Rana, idéntica a la que hoy conocemos,
y se encuentra situada frente a la Confitería La Ideal, hoy podríamos decir para quienes no conocieron dicho establecimiento que la fuente estaba colocada muy próxima a la actual parada de autobuses.

 

     Varias fuentes iguales, situadas en los límites del casco urbano, tal vez significaron en su día una especie de escudo protector frente a las epidemias propagadas por los mosquitos.

 

     Escribió el periodista Rafael Bedia en un reportaje de la revista “De Laredu Lin” que la rana está realizada con el más mínimo detalle. “Mirando con atención al anfibio, de aproximadamente medio metro de altura, es incuestionable que quien hizo los moldes era un verdadero artista y un experto conocedor tanto de la anatomía de las ranas que circundaban el pueblo como de sus costumbres”.

 

     “Se trata de una rana ridibunda, más conocida como rana verde común, pobladora de charcas y regatos y cantora noche y día hasta la hartura. La actitud  agresiva que presenta la rana del puente (tenemos que imaginarnos que el chorro de agua salía de la boca del anfibio, como imitando la lengua en actitud de caza)”.

 

 

     En Ampuero, hay una calle llamada de Cantarranas y también se llamó así, aunque es menos conocido, a la recta de salida del pueblo en dirección a Limpias. No cabe duda que eran terrenos húmedos que en las crecidas de los ríos se encharcaban durante días, los mosquitos poblaban el aire del municipio propagando en ocasiones enfermedades como la cólera y la viruela. En el mismo libro antes mencionado “Ampuero: Una Aproximación a su Archivo Municipal” hay constataciones históricas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX de la suspensión de ferias y mercados ante el temor al contagio de enfermedades.

 

     Luego entonces la teoría de Rafael Bedia es bien lógica y sencilla.

 

     “Un pueblo lleno de mosquitos se une al miedo a enfermedades terribles y mortíferas y nos da como resultado la superstición y la fe en la protección que puede proporcionar frente a los mosquitos, posibles propagadores de las enfermedades, una rana de proporciones ciclópeas a los múltiples ojos de los insectos y aún a los nuestros. Tal vez fuera esta también otra de las causas del olvido de estas ranas, la mejora de la calidad de vida y de las condiciones sanitarias, así como la idea general de que lo que ya no es útil, se tira”.

 

     Vamos que las ranas podrían haber sido algo semejante al San Roque que se encontraba junto al antiguo colegio de las monjas colocado en una urna de cristal hasta que lo robaron una noche. Al pasar por allí mucha gente decía persignándose: “San Roque, San Roque, si llega la peste que no nos toque”.

 

     Bueno, al fin y al cabo lo de las ranas es sólo una teoría posible.

 

 

 

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